(Por Mica Minelli *, especial para Quinto Poder Conurbano)“Hemos decidido conquistar nuestra libertad” anuncia Ofelia,
con voz firme desde ese atril donde desfilaron argumentos tanto a favor y en
contra de este proyecto de despenalización y legalización de la interrupción
voluntaria del embarazo a punto de debatirse en el Congreso.
Las Pibas Empoderadas
Ofelia tiene 18 años, sí, 18. ¿Qué hacías vos a los 18? ¿Te
acordás?
Viaje de egresados, romances intensos, boliche, alcohol,
amigxs, laburos de medio tiempo tal vez, pero discursos en el Congreso de la
Nación, seguro que no. ¿Qué cambió en este tiempo? ¿Qué hicimos como sociedad
para que una piba de 18 años esté reclamando un derecho en vez de estar
disfrutando su adolescencia despreocupadamente? ¿O será que siempre ha habido
preocupaciones en las adolescentes que nunca hemos podido ver? Hasta
ahora.
Ofelia es una más de esas pibas que te vas encontrando los
martes cuando caminás por Rivadavia y Callao, las que viste en la movilización
de #NiUnaMenos, las que te cruzaste el 8 de marzo cuando subías al tren, o
bajabas del bondi, esas que van con glitter en la cara, consignas en sus
cuerpos y los inconfundibles pañuelos verdes. Esas que, sin saberlo tal vez,
están haciendo la revolución, colorida y alegre revolución.
“Para nosotras este es un tema saldado” le dice a lxs
diputadxs y disertantes la presidenta del Centro de Estudiantes del Pellegrini.
Exacto. Fin de la discusión. Lxs adultxs están a punto de debatir algo que las
jóvenes (y muchas más) ya tienen resuelto, y esto es, la maternidad como deseo.
Una vez más son las
leyes las que tienen que ajustarse a los reclamos sociales, hoy, liderados por
una marea incontrolable de feminismo que invade las casas, los lugares de
trabajo, los grupos de whatsapp, las redes sociales, las escuelas y las calles.
Pero ¿cómo entendemos toda esta locura abortera?
Luciana Peker, periodista feminista, acuñó un término que
define a la perfección este momento histórico, y es, la revolución de las
hijas.
Aquella semilla que plantaron hace años Marta Alanis, Dora
Coledesky, Martha Rosenberg, Elsa Schvartzman, junto a otras, ha dado brotes
verdes, y hoy crecen en cada piba que decide colgar su pañuelo en la mochila y
salir a la calle enorgullecida en su reclamo, visibilizando su deseo de vivir
como ella elija.
Aborto legal es libertad, y las pibas lo entienden bien.
Quedó demostrado en el pañuelazo del domingo en Morón, donde la mayoría de las
caras no superaban los 20 años, y se escuchó incesante un cántico que exigía el
aborto legal, porque en el conurbano abortamos y también nos organizamos.
Hemos conquistado un nuevo terreno en la conciencia civil y
es el derecho de las mujeres y personas gestantes a ser dueñas de sus
decisiones, sus cuerpos y sus vidas. Son las pibas las verdaderas voceras de
esta conquista, las nuevas generaciones superadoras que abandonan los discursos
conservadores en los que muchxs han crecido y se rebelan a pelear por una vida
más justa, la chispa revolucionaria arde verde y está a punto de hacer
historia.
Somos las hijas de las que abortaron en clínicas privadas y
nunca más se habló de eso, somos las hijas de las que abortaron solas, a
escondidas. Somos las hijas de las que murieron por un aborto inseguro y nos
ocultaron el motivo real del fallecimiento, dejando a nuestros hermanxs sin
madre y sin respuestas. Somos las hijas del tabú, del acá no pasó nada, del «de
eso no se habla», de la vergüenza como negocio redondo, somos finalmente las
que abortan hoy y no quieren hacerlo arriesgando sus vidas.
Más allá de lo que se decida el miércoles, logramos alzar la
voz de un reclamo histórico, logramos derribar los prejuicios machistas y
hablar de un tema de salud que nos había sido censurado. Logramos mirar a
nuestros mayores a la cara y preguntarles ¿vos mamá, abuela, tía, abortaste? No
te avergüences más, por vos también salimos a luchar.
#AbortoLegal
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