(Por Micaela Minelli, Especial para Quinto Poder Conurbano) Es 8 de marzo, no pude parar en el laburo, la cosa está
complicada viste, no quiero darles pie para que hablen. Ya bastante rebelde
piensan que soy. Ya bastante hincha pelotas me consideran, y es que hay chistes
que no me causan. Hay comentarios que no me van. Y se los digo, eso no les
gusta.
No somos muchas mujeres en mi laburo, es más un ambiente
“masculino”, y se nota. Se siente. Cuando los varones se encuentran en el
comedor para almorzar, una es invisible. Abundan los chistes sobre la
homosexualidad, las quejas sobre las novias, y las conversaciones sobre las
“cogidas” que se pegan en el fútbol.
* El año recién empieza, pero ya son por lo menos 45 los
femicidios y los 15 travesticidios cometidos según los datos que algunas ONGs
han podido recaudar basados en aquellos casos que salen en los medios de
comunicación, lo que nos indica que el número real probablemente es bastante
superior. Eso es lo que pienso cada vez que los escucho. En lo insensibilizados
que están sobre lo que está pasando. Sobre la realidad. Y en que no son los
únicos a los que no les interesa la situación de urgencia en la que estamos
viviendo, o muriendo.
* Pienso en la cantidad de gente a la que le va a molestar que
hoy cortemos la calle y nos paremos ahí con nuestros carteles y nuestros
pañuelos verdes.
Pienso en los novios de mis amigas que no las quieren dejar
ir al paro, todavía creen que las mujeres tenemos que quedarnos en casa.
Pienso en los médicos y médicas que se declaran “objetores
de conciencia” y se niegan a salvarle la vida a una niña violada, prefieren
someterla a la tortura de gestar.
Pienso en aquellos padres y madres que no acompañan a sus
hijes en su elección sexual o identitaria.
Pienso en los periodistas que cubren los casos de violencia
machista desde el prejuicio, la revictimización, con una irresponsabilidad que
pareciera no preocuparles.
Pienso en los funcionarios públicos elegidos por el pueblo
que siguen permitiendo esta situación, desfinanciando cada programa de
contención y prevención de la violencia machista.
Pienso en los senadores que nos negaron el derecho
fundamental a elegir el destino de nuestras vidas.
Pienso en todo lo que nos falta, lo que todavía no vimos. Lo
que nos queda por discutir, por pelear, por ganar.
Pienso en cada varón que cree que puede hacer lo que quiere
con nosotras.
Pienso en todas las violencias que soportamos todos los días
y el cuerpo se me llena de ira y angustia.
*Pero al mismo tiempo pienso en las que estamos despertando,
en las que empezamos a ser protagonistas de nuestras vidas. En las que dejamos
de hacer lo que los demás esperaban de nosotras para hacer lo que realmente
queríamos.
Pienso en las amigas, las compañeras, las hermanas que nos
presentó esta lucha, esta forma de ver la vida.
Pienso en las
palabras de aliento, en los abrazos, en las canciones, en los mates
compartidos.
Pienso en esa piba que tomó la decisión de terminar una
relación tóxica y empezar a construir su vida desde sus propios deseos.
Pienso en esa mamá que quiere dejar otro ejemplo para sus
hijes y sale a pelear por sus derechos.
Pienso en quien se anima a afrontar a sus viejos y decirle
quién es y qué eligió para su vida.
Pienso en todas las valientes que no tienen
miedo a plantarse y denunciar las injusticias de este sistema.
Pienso en que fuimos ganando espacio, fuimos aprendiendo a
decir que “no es no”, a dejar de tolerar cosas que nos lastiman.
Pienso en las pibitas, de 13, 14 años que son furia y
convicción, la revolución de las hijas.
Pienso en las nuevas masculinidades, los que saben callar y
escuchar para aprender de esta lucha.
Pienso que falta, pero que es por acá.
El 8 de marzo es la fecha, pero los días son todos.
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